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Los líquenes son una asociación de un hongo y un alga, relacionados entre sí. El hongo se encarga de proteger al alga de las radiaciones directas del sol y le da agua y sales minerales. El alga a su vez realiza fotosíntesis y otorga al hongo alimento y vitaminas.
Por separado, tienen grandes limitaciones; sin embargo la unión de ambos permite a los líquenes vivir en condiciones extremas y en lugares donde difícilmente podría desarrollarse una planta. Crecen en toda clase de superficies, como la corteza de árboles, suelos y rocas.
Los líquenes tienen una alta tolerancia a circunstancias ambientales desfavorables, ya que en momentos de desecación, ya sea por el sol o por el viento suspenden su actividad, la cual inician al recuperar el agua a través de la lluvia o del rocío que absorben. Por este motivo, los líquenes son considerados bioindicadores vegetales de la contaminación atmosférica.
Diversos tipos:
Líquenes crustáceos (forma de costra y fuertemente adheridos al sustrato por su cara inferior)
- Líquenes foliáceos (con forma de hojas o láminas y un borde que se separa bien del sustrato)
- Líquenes fruticulosos (con forma de arbustos y sujetos al sustrato por un único punto).
Teniendo en cuenta la característica de los líquenes como indicadores de la contaminación, tendremos que los crustáceos aparecerán en lugares más contaminados; los foliáceos en zonas menos contaminadas que las anteriores; mientras que los fruticulosos son propios de terrenos limpios y sin apenas contaminación.
Los líquenes que crecen sobre los árboles no son los mismos que viven sobre las rocas.
La capacidad de absorber y acumular diversas sustancias presentes en el ambiente ocasiona que la mayoría de los líquenes no toleren la contaminación. La acumulación de estas sustancias y su imposibilidad de excretarlas, retardan su crecimiento, dificultan su reproducción y pueden provocarles su muerte
Es un ejercicio muy entretenido observarlos con una lupa, y tratar de distinguir el alga del hongo. Además, podemos también observar la inexistencia de estos organismos en las ciudades. Este hecho es debido a que los líquenes son muy sensibles a la contaminación del aire, por lo que se convierten en excelentes bioindicadores. Busca en tu ciudad o en los árboles de los parques, si no eres capaz de encontrar líquenes sobre ellos significa que el aire que respiras no es todo lo puro que debiera, provocado por los humos de los coches.
La estación de medición de la contaminación del Paseo de Recoletos es una de las que está recogiendo peores registros en lo que va de año,
en cuanto al dióxido de nitrógeno (NO2).
Según los datos publicados, únicamente la estación de la Casa de Campo (33) cumpliría con el objetivo marcado por la legislación europea para el año 2010.
Esta circunstancia es facilmente comprobable al observar la mayor abundancia de líquenes foliáceos sobretodo de los géneros parmelia y xantoria que se dan en algunas zonas de La Casa de Campo cercanas al arroyo de Antequina y a La Capataza.