La reja del arroyo de La Zorra, que construyó el arquitecto real Francesco Sabatini en la cerca histórica de la Casa de Campo, en el siglo XVIII, se ha recuperado después de décadas escondida entre kilos de zarzas, enredaderas y otros matorrales que habían crecido a su alrededor. Solo se necesitaba una poda, como pedía la Plataforma Salvemos la Casa de Campo, y que ha tardado muchos años en llegar.
Desde hace unos días los transeúntes pueden contemplar sus 13 contrafuertes y tres arcadas —antaño equipadas con rejas y ahora cegadas con ladrillo— de una longitud aproximada de unos 60 metros. El elemento constructivo cumplía la función de permitir el paso a las aguas de los arroyos que entran en la Casa de Campo e impedir, al mismo tiempo, que los animales escaparan de los dominios reales y que se colaran intrusos.
Esta semana, varios jardineros municipales emprendieron el trabajo de limpieza de la cerca y, de momento, han despejado cerca de dos kilómetros, desde la Puerta de Rodajos, cercana a Prado del Rey, pasando por la Puerta de Somosaguas hasta el portillo de Los Pinos. Muchas de las plantas que la cubrían se descolgaban desde las parcelas de las viviendas de la urbanización de lujo de Somosaguas (Pozuelo de Alarcón), que se construyeron hace años y usan el muro, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 2010, como si fuera de su propiedad. A mitad de camino se encuentra la reja de La Zorra, que ahora se puede contemplar en todo su esplendor.
“Sabíamos que estaba allí e incluso se podía observar algo, pero la visión era muy limitada. Ahora se aprecia su verdadera dimensión, se ha recuperado el conjunto”, explica Luis de Vicente, investigador desde hace 18 años de este paraje madrileño y autor del libro La Casa de Campo, parque histórico. En la actualidad se conservan cuatro rejas, en mejor o peor estado, además de la destapada por la poda. La del arroyo Meaques, cercana a la zona de Campamento, está restaurada e incluye una reja metálica nueva abatible;
la de Prado del Rey conserva la reja original;
la del arroyo Antequina, más deteriorada y con una cancela nueva que no guarda ningún parecido con la original y otra, de menor entidad, muy tapada por la tierra que se ha ido acumulando por la erosión del terreno.
Además de podar la vegetación que crecía alrededor de la tapia del propio parque, los jardineros han cortado ramas de árboles y otras plantas que se desparramaban por el muro desde las viviendas privadas. Así, las personas que lleguen al aparcamiento de la Puerta de los Rodajos pueden observar que debajo de las ramas de los pinos, que llegaban casi hasta el suelo, se encontraba la valla perimetral. Algo que ha motivado la queja del grupo municipal de IU, que considera que este trabajo de mantenimiento le corresponde a los propietarios de las fincas, no a los técnicos municipales.
La Plataforma Salvemos la Casa de Campo lleva años pidiendo al Ayuntamiento que cuide la tapia y ha denunciado también que los propietarios de las viviendas adyacentes han levantado muros, alambradas y otros elementos usando la cerca protegida como soporte. “Esto es lo que se ve, pero seguro que existen anclajes dentro de la fina en la reja e incluso han construido edificaciones que están adosadas a ella”,
comenta Juan García, portavoz de la organización, y miembro de Ecologistas en Acción. De momento, no han logrado que se desmonten, y tampoco tienen constancia de que se haya llevado a cabo alguna acción municipal al respecto.
Milagros Hernández, portavoz en la comisión de las artes de IU, recuerda que cuando se declaró la tapia BIC se aprobó desarrollar un plan especial de protección, que obligaba a mantener una banda de protección de 0,80 metros libre de toda especie vegetal y de dos metros sin especies arbóreas. También se prohíben actuaciones sobre la cerca que alteren su apariencia o acabado tradicional, así como la fijación o superposición de elementos. La concejal piensa que el Ayuntamiento no actúa porque son viviendas de lujo. “Al año siguiente de proteger la cerca tiraron las chabolas y casitas que la afectaban, pero, qué casualidad, no tocaron las de Somosaguas. Y hay que ver lo que hay en la tapia, hasta alambradas”, critica.
La Plataforma Salvemos la Casa de Campo pide que se respete la tapia perimetral que rodea las 1.727 hectáreas de superficie del pulmón madrileño. “Aunque ha desaparecido en muchos tramos debido al paso del tiempo y al abandono de las administraciones”, concluye García.